Creía que todos a mi alrededor creían, creyendo con amor,
ilusión, esperanza. Cada paso que daba, alguien desprendía luz, luz que surgía
de creer. Sorprendido, pude ver que entre todas las personas, había una que caminaba
cabizbaja, sin creer, sin luz. Me acerqué a preguntar, a entender; no me
agradaba la idea de que alguien andara en sombras. Le pude hablar de donde
venía la luz que irradiaban los demás y quién nos la daba e invité a esa
persona a conocerlo y a creer.
Él la ha recibido con el mayor de los gozos y ahora una luz
más brilla en el caminar diario. Él no quiere sombras, y luz desea poner en
cada uno de nosotros; sigamos sus caminos, cogiendo su mano. Entreguémonos a la
luz verdadera de nuestro Padre, Creador, Cuidador y Salvador; sea todo luz.
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